Planetas (4)

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Mercurio, el planeta más cercano al Sol, es difícil de observar desde la Tierra porque sale y se pone en dos horas de Sol. Además, dado que su superficie es abrupta, porosa y de roca oscura, Mercurio es un mal reflector de la luz solar. Por consiguiente, poco se supo acerca de este planeta hasta que la nave espacial Mariner 10 hizo varios vuelos de reconocimiento en 1974 y 1975.
Mercurio Los científicos pueden estimar la edad de una superficie por el número de cráteres en ella; en general, mientras la superficie sea más vieja más cráteres tendrá. Algunas regiones de Mercurio presentan muchos cráteres, sugiriendo esto que son superficies muy viejas que probablemente se formaron hace aproximadamente 4 mil millones de años. Entre estas regiones están áreas de llanuras suaves que pueden haber sido allanadas por flujos de lava volcánica o por depósitos acumulados de material delgado arrojado por impactos. Estas llanuras son también lo suficientemente viejas para acumular un gran número de cráteres.
En otras partes del planeta hay llanuras lisas, con pocos cráteres; estas llanuras son probablemente más jóvenes y de origen volcánico. En algún momento entre la formación de las llanuras ubicadas entre los cráteres y la formación de las llanuras lisas, el planeta entero puede haberse encogido cuando se enfrió, causando que la corteza se plegara y se formaran prolongados y empinados riscos.
El mayor valle de impacto de Mercurio, Caloris, tiene aproximadamente 1.300 kilómetros de longitud y está rodeado por montañas que se elevan a alturas de alrededor de 2 kilómetros. Probablemente se formó por el impacto de un gran planetesimal cuando Mercurio estaba formándose (ver
Formación y Evolución de los Planetas). En el lado opuesto del planeta respecto a Caloris hay un área montañosa, probablemente resultado de las ondas sísmicas causadas por el mismo impacto.
Mercurio es muy denso y tiene un campo magnético que es aproximadamente 1% del de la Tierra. Esto sugiere la existencia de un núcleo compuesto de hierro y níquel y que constituye aproximadamente el 40% del volumen del planeta. La gravedad superficial es aproximadamente 1/3 de la gravedad terrestre. Una delgada atmósfera de hidrógeno (H), helio (He), potasio (K) y sulfuro rodea el planeta.
Imágenes de radar de Mercurio tomadas en 1991 muestran grandes trozos de hielo en su polo norte, descubrimiento sorprendente debido a las elevadísimas temperaturas del planeta.
Mercurio gira sobre su eje tres veces por cada dos revoluciones alrededor del Sol y tiene una órbita más elíptica que la de los demás planetas. Estas dos características combinadas crean efectos excepcionales según las normas de la Tierra. Tal es así que un observador en Mercurio vería que:

Al afelio (punto en la órbita de un planeta en el cual éste se aleja más del Sol) el Sol parecería tener más de dos veces el tamaño del que se observa desde la Tierra.
Al perihelio (punto en la órbita de un planeta en el cual éste se acerca más al Sol) el Sol parecería tener casi cuatro veces el tamaño del observado desde la Tierra.
Además, el Sol no aparecería moviéndose firmemente por el cielo. En cambio, su rapidez aparente cambiaría, dependiendo de la situación del espectador en el planeta y de la distancia del planeta al Sol, habiendo veces en que el Sol parecería incluso invertir su curso.

Las temperaturas en Mercurio varían notablemente: al "mediodía" la temperatura en su superficie alcanza casi 675°K y justo antes del "alba" desciende a casi 100°K (una temperatura de cerca de 295°K es confortable para los humanos). Los científicos a menudo miden las temperaturas usando la escala Kelvin, escala de temperatura absoluta en la que 0°K es la temperatura más baja posible, la cual corresponde a -273,15°C.
Le toma 58,6 días terrestres a Mercurio para completar una rotación alrededor de su eje, pero algo curioso es que el tiempo entre una salida del Sol y la próxima es de 176 días terrestres. La razón para esto es que después de una rotación, Mercurio ha completado dos tercios de su órbita alrededor del Sol, así que el Sol está en un lugar diferente en el cielo de Mercurio. Toma tres rotaciones, o dos años Mercuriales, para que el Sol reaparezca en el mismo lugar en el cielo del planeta.

 


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